Juan de Sahagún, Apóstol del Tormes y Ángel de Paz

Juan de Sahagún, Apóstol del Tormes y Ángel de Paz

de ISAAC GONZÁLEZ MARCOS

La colección Testigos del Reino. Santos y beatos agustinos promovida por los Agustinos recoletos, Editorial Augustinus, se ha visto enriquecida con una nueva aportación, el número 6 de dicha colección, obra de Isaac González Marcos, titulado Juan de Sahagún. Apóstol del Tormes y ángel de paz, Madrid 2024, 88 pp. Se presenta una nueva biografía del Patrón de Salamanca y de la nueva provincia agustiniana S. Juan de Sahagún en diez capítulos: 1. Nacimiento y familia; 2. Al servicio de D. Alfonso de Cartagena, arzobispo de Burgos; 3. Salamanca: estudiante en la Universidad y colegial de S. Bartolomé; 4. Enfermedad y fraile agustino; 5. La predicación de Juan y los bandos de Salamanca (los Monroy y los Manzano); 6. Muerte de Juan y la cuestión de sus reliquias; 7. Juan de Sahagún, taumaturgo; 8. Beato y patrono de Salamanca; 9. Canonización de Juan y fiestas celebradas en Burgos y en Salamanca; y 10 Virtudes de S. Juan de Sahagún (y aplicación para los jóvenes). En este último capítulo se trata los vestigios que se encuentran todavía hoy en Sahagún, Burgos y Salamanca y las huellas literarias que ha dejado el Santo (apartado en el que ha colaborado el prestigioso investigador y profesor agustino recoleto Enrique Gómez García, también profesor del CTSA). Algo novedoso en esta biografía es haber presentado la estructura de la narración de los milagros atribuidos al santo, las enfermedades que curó Dios por medio de su siervo Juan; los nombres de algunos beneficiarios de su intercesión, la procedencia de dichos enfermos, la fecha de los milagros (principalmente en julio de 1488), la reacción de los enfermos; el certificado del milagro (pp. 41-49). Al decir de uno de sus clásicos biógrafos, Agustín Antolínez, el de Sahagún era grande de cuerpo, de venerable persona y de gran modestia; de rostro alegre y hermoso, apacible y grave, que convidaba con su vista a la virtud; llano y muy afable, de suave conversación, amigo de oír a la gente avispada y docta; manso, humilde y sencillo; aborrecía mucho a los doblados y fingidos; elocuente y de mucha gracia y fuerza en sus edificantes palabras; tenía sal en cuanto decía y en cosas de espíritu fue gran maestro; no era singular ni extremado en sus acciones; resplandeció mucho en el amor de Dios y del prójimo, y el don de salvar almas y sacarlas del pecado. Fue hombre obediente a sus superiores, hombre de oración, en quien andaban al unísono labios y corazón y devotísimo de la Eucaristía. Cualidades y características que es necesario ensalzar hoy y sobre todo imitar.

Centro Teológico San Agustín
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